Cuando se trata de decorar una fiesta, uno de los errores más comunes es mezclar demasiados colores sin una lógica clara. Elegir una paleta de colores coherente es el primer paso para lograr una ambientación armónica, elegante y profesional.
Lo ideal es seleccionar 2 o 3 tonos principales que representen la esencia del evento y que puedas aplicar en distintos elementos: los globos, las servilletas, la vajilla, los centros de mesa e incluso en los postres. Por ejemplo, para una fiesta infantil puedes optar por tonos pastel; en cambio, para un baby shower elegante, una combinación de blanco, dorado y verde seco puede lucir espectacular.
Una vez definida tu paleta, todo empieza a “conversar” visualmente. La decoración fluye, se ve pensada, y tus invitados sentirán que están en un evento especial. Si tienes dudas, puedes buscar inspiración en Pinterest o incluso en la rueda de colores, que te ayuda a combinar tonos complementarios o análogos con facilidad.
Consejo extra: no tengas miedo al blanco, es el mejor aliado para equilibrar.